¿Quén dijo que los fines de semana eran para descansar?

Y si no, que se lo digan a Yolanda, que se ha pasado un fin de semana de celebración en celebración. Yo, el Sábado por la mañana metí a los niños en la bañera porque el día anterior se nos hizo un poco tarde, y después nos fuimos a ver un espectáculo a la librería El Petit Lector. No me lo podía creer, Carlos estaba muy atento a todo lo que el chico contaba y explicaba, y no le dio por levantarse o dar follón. Las veces que hemos ido al cine, no ha aguantado ni media hora, o si hemos ido al circo, al rato ya se quería levantar para ver a los bichos más de cerca, pero aquí no, se lo ha pasado muy bien. Después hemos comprado un cuento, como no....no me puedo negar, los libros son una de mis debilidades. Después hemos ido a comer a casa de mi padre. Nos ha preparado una de sus famosas paellitas y all-i-oli, que estaban.........


Cuando hemos acabado de comer, aprovechando que Quin y mi padre descansaban un rato y los niños estaban jugando con el ordenador, me he ido al tanatorio a ver a una amiga porque había fallecido su madre. De ahí, corriendo a por los niños para ir al cumple de Mireia, una compañera de clase de Cristina. No me acordaba de que era en el campo e iban los dos arregladitos, pues los panatalones que llevaban, ya los puedo tirar, y los zapatos, que Cristina se ponía por segunda vez, también, estaban todos pelados por la punta. Qué desastre y todo por culpa mía por no ser previsora.
Por la noche, nos tocaba a papi y a mami, así que dejamos a los niños con los abuelos, que también tienen derecho a disfrutarlos, y nosotros nos hemos ido al cine. Hemos visto Ciudadano ejemplar, no está mal. Después, a casita.

El domingo lo hemos pasado en el campo. Hacía muy buen día así que les puse ropa de verano. Comimos gazpachos, que le salieron a mi suegra de muerte. Yo pasé un mal día porque me atacó la alergia de lleno y me tuve que tomar el antihistamínico y como me da tanto sueño, tuve que acostarme un rato a dormir la siesta. Carlos tuvo la mala suerte de caerse un porrazo y se ha desollado la rodilla. Pobrecito, le dolía mucho. La tenía llena de sangre y toda roja del golpe. Por la noche lo metí en la bañera y cuando lo saqué estaba hasta temblando, decía que le dolía mucho. Le di un poco de apiretal y se durmió enseguida y toda la noche de tirón.
Esta mañana se ha levantado cojeando pero cuando ha llegado al cole, ya andaba mejor. Es lo que yo digo, los hombres aguantan menos el dolor. Mira Cristina, que se hizo un boquete impresionante en la cabeza, y después del susto inicial, no derramó ni una sola lágrima. Valientes que somos, ché.